martes, 31 de agosto de 2010

«En mitad de la noche un canto» llega a BABELIA


El día 14 de agosto se publicaba en Babelia esta cuidada reseña de En mitad de la noche un canto de JIRI KRATOCHVYL, por Ignacio Vidal-Folch.



Novela de orfandad


El currículo profesional y editorial de este distinguido narrador nacido durante la ocupación, en el año 1940, en Brno, Checoslovaquia, es característico; muchas profesiones alimenticias, y mucha escritura «para el cajón». Su primera pieza de ficción, La novela del oso, escrita a mediados de los años ochenta, sólo se pudo publicar después de la revolución de terciopelo, en 1990. En esa como en el resto de sus novelas, piezas de teatro para la radio y ensayos literarios, Kratochvyl fue uno de los primeros literatos de su país en postular la novela como «sistema abierto» posmoderno, como un juego narrativo potencialmente infinito y capaz de integrar diferentes estéticas, corrientes narrativas y alusiones intertextuales. En lo argumental, Kratochvyl recrea una y otra vez su propia trágica infancia y su juventud.

En mitad de la noche un canto, su novela más celebrada y primera en ser traducida al español, llega avalada por un montón de premios en su país y en Alemania, y por la opinión de Milan Kundera, que la encomió como «el mayor evento de la literatura checa desde 1990» aunque estos espaldarazos entre colegas sean a menudo deudores de la amistad personal (ambos K. son naturales de Brno) y de la diplomacia, y haya que tomarlos cum grano salis. Por cierto que en el texto se nota la impronta del humor kunderiano: por ejemplo en cierta manera llamativa de salir del relato impersonal para «dirigirse» al lector con la vehemencia de los signos de admiración, y en el recurso a la Historia contemporánea como telón de fondo dramatizador de la peripecia del individuo particular, e incluso en el homenaje-guiño de la escena en que Petr, el joven protagonista, está de pie junto a la ventana, mirando la pared de enfrente y meditando qué pasos debe dar (como Tomás en la primera escena de La insoportable levedad del ser).

El periodo cronológico que abarca es el de la vida del autor hasta la caída del régimen totalitario. El padre del protagonista -igual que el del autor- es un profesor y reputado ornitólogo, acosado por los acontecimientos de 1948, cuando en Checoslovaquia se produjo el que los comunistas llamaron «febrero victorioso» y los demás, «el golpe de Praga»; o sea, las semanas vertiginosas en que los camaradas Gottwald y Slánsky (este último, a despecho de los servicios prestados, sería ejecutado en las purgas cuatro años más tarde), desde el Gobierno de coalición en el que estaban en minoría, entre promesas y amenazas de intervención del Ejército Rojo, que ya había liberado el país de los invasores nazis y se declaraba listo para regresar y «restaurar el orden» coparon el poder. Diseñado en el Kremlin, fue un proceso criminal, pero hay que reconocer la precisión maquiavélica con que se realizó, aprovechando la brutalidad y determinación de unos y el desconcierto e incredulidad de los otros. Lo que sigue ya es historia. Parte del interés de esta novela es que mediante anécdotas, historias de la vida cotidiana, conflictos puntuales y escenas costumbristas -el niño al que se envía a por cerveza para que no escuche una conversación comprometida cruza la página cargado con una jarra espumosa, dejando un reguero sobre la acera-, recrea cómo, paso a paso y sin pausa, el Estado totalitario ocupa los espacios de libertad y doblega la voluntad de los desafectos.

Ya en el mismo año de 1948 comenzó el fenómeno de los emigrados, los miembros de las élites intelectuales que cruzaron clandestinamente la frontera con Alemania, muchas veces dejando detrás a cónyuge y prole, a quienes en mayor o menor medida se les hará purgar la deserción de sus mayores. Este el caso de Petr, el niño protagonista. En mitad de la noche un canto es la novela de una orfandad, del hostigamiento policial que empuja a la madre al suicidio (malogrado) y temporalmente al manicomio, de la añoranza del desaparecido, de las confusas leyendas, fotos borrosas y testigos interesados que sitúan al fugitivo escondido en un sótano en la misma ciudad, en Australia, en América, mientras el hijo crece.


A Kratochvyl le interesa, además, la libertad de fantasía que postula la estética del «realismo mágico»; para no renunciar a sus prodigios que permiten el consuelo de una «justicia poética» sin desfigurar el carácter realista de la novela parcialmente autobiográfica, esta se desarrolla según una forma binaria: los capítulos pares dan la formación de Petr. Los impares, la de Petrik, una contrafigura, proyección mental o versión demoniaca de Petr, dotada de poderes sobrenaturales que le permiten por ejemplo señorear a las bestias, asfixiar a un enemigo aspirando por la cerradura de la puerta el aire de la habitación en que se halla, o medrar cínicamente en la nomenclatura provincial. El cruce puntual de personajes de una a otra historia agrega capas de complejidad a esta notable tragicomedia centroeuropea.


El invierno en Brno

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